Es importante trabajar en el bienestar emocional, debido a que las emociones impactan en diferentes niveles, a nivel físico, mental, espiritual, emocional e incluso energético.
A nivel físico, ya está demostrado científicamente (aportación de la psiquiatra Marian Rojas), que cuando nos sometemos a niveles muy altos de estrés, situaciones que nos toman por sorpresa y que no son agradables, o que nos excedemos de preocupaciones, generamos la hormona del cortisol, la cual hace que el organismo se sobresalte y mande una señal al hipotálamo, que a su vez, activa otras zonas cerebral; tras recibir la señal del hipotálamo, se liberan una serie de hormonas entre las que destacan la adrenalina y el cortisol. Pero el cortisol se queda más tiempo para trabajar y manejar mejor ese miedo o amenaza. Su activación es muy alta y muy rápida, el problema es que tarda entre 6 y 8 horas en que sea liberada del cuerpo.
Lo interesante es que la mente y el cuerpo no distinguen lo que es real de lo imaginario ante una amenaza. Las preocupaciones o la sensación de peligro prolongada (real o imaginario) pueden aumentar los niveles de cortisol hasta un 50% por encima de lo recomendable. Así, el cuerpo no se pone en marcha únicamente ante un peligro real o una amenaza. También se activa de la misma manera ante una preocupación constante. Por ello, aunque el cortisol en sí no es malo, lo que es perjudicial o tóxico para el cuerpo es su exceso, cuando está de forma permanente en nuestro organismo. Una persona bajo estrés continuo sufre principalmente dos problemas: por una parte, el crecimiento y la regeneración sana del cuerpo se detienen y, por otra, el sistema inmunológico se ve inhibido. Y tal como lo indica la Psiquiatra, entre los síntomas que padece el cuerpo por ese exceso de cortisol, por esos niveles tóxicos, en primer lugar al estrés crónico, es que reduce la sensibilidad de las células inmunitarias al cortisol. Es decir, el sistema defensivo del organismo se desactiva y es incapaz de luchar contra una amenaza real. Frena la capacidad de regulación inflamatoria y, por lo tanto, el cuerpo es incapaz de defendernos contra los peligros. El nivel de cortisol, sube en circunstancias de miedo, de amenaza, de tristeza o de frustración. Si estamos 'intoxicados' por cortisol, esta hormona está inundando la sangre en lugar de la serotonina o la dopamina, hormonas que tienen un impacto positivo y de bienestar en el cuerpo y en la mente.
Esta sintomatología se produce a tres niveles: físico, psicológico y conductual, se puede padecer alopecia, temblor de ojo, sudoración excesiva de manos y de pies, sequedad de la piel, sensación de nudo en la garganta, opresión en el pecho, sensación de ahogo, taquicardias, parestesias o adormecimiento de extremidades, problemas y cambios gastrointestinales, colon irritable, dolores musculares, problemas en la tiroides, migrañas, tics, artritis, fibromialgias, y en el caso concreto de la mujer, por ejemplo, que se vea alterado su ciclo menstrual.
Así también, se pueden presentar cambios en los patrones de sueño, irritabilidad, tristeza, incapacidad para el disfrute, apatía y abulia. En un estado permanente de alerta surgen fallos de concentración o de memoria también. Surge la ansiedad, el aislamiento, no le apetece ver a sus amigos o familiares. Le cuesta iniciar una conversación y esquiva las actividades habituales. Por otra parte, se muestra inexpresivo en actos sociales, sin ganas de abrirse a otros, por ejemplo.
Espiritual y energéticamente hablando, si no mantenemos un adecuado equilibrio emocional, generamos vibraciones de baja frecuencia, las cuales afectarán nuestro campo energético, que de igual manera, debilitará nuestro sistema inmune y vendrá la enfermedad física. Por otro lado, generar vibraciones de baja frecuencia es no ayudar a nuestro planeta y a la humanidad a evolucionar.
Refiriéndonos específicamente a lo que está sucediendo hoy en día, independientemente de la razón subyacente, es importante que la mayoría de nosotros mantengamos un equilibrio emocional, que mantengamos fe y la certeza que todo está sucediendo por algo, que como humanidad estamos evolucionando a algo más grande e importante y que además, el planeta, la madre tierra, ya necesitaba un descanso.
Lejos de verlo como una tragedia, es momento de reflexión y agradecimiento, es como una oportunidad de hacer un alto “forzoso” y replantearnos el rumbo, si no hubiese sido así, ¿cuándo lo habríamos hecho?
“Para que exista una verdadera transformación,
se requiere morir a cada instante…”
Vanessa Sabag
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