Ocasionalmente, cuando los cambios positivos que deseamos no suceden tan rápido como pensamos que debieran suceder, nos asustamos y nos encontramos cegados momentáneamente, imposibilitados para ver la causa del miedo que nos aprisiona. Se mantiene sobre nosotros como una tormenta obscura y premonitoria, con apariencia monstruosa.
Tenemos que dejar de ver la tormenta por completo antes de que podamos ver la luz en el horizonte, pero a veces nos quedamos tan atrapados en las amenazas que no pensamos en ver hacia otro lado hasta que perdemos toda la esperanza. Entonces nos damos cuenta de que no era la dificultad, sino nuestro miedo, lo que nos mantenía atrapados.
En cualquier momento que ocurre una crisis, tenemos una elección. Podemos temblar de miedo y temor, o podemos aceptar que hemos atraído esta experiencia a nosotros para cosechar la auto-consciencia. Al elegir lo segundo, entramos en el sufrimiento que causa la crisis el tiempo suficiente para desenmascararlo. No huimos, ni metemos la cabeza en la arena, ni corremos como locos en todas direcciones buscando la solución. Sencillamente dejamos que la crisis sea lo que realmente es: una oportunidad para soltar tanto la ilusión como el dolor que la crisis nos causa.
La siguiente vez que surja una dificultad en tu vida, recuerda primero que no hay nada que no puedas superar. Nada. No importa que tan difícil parezca. Entonces acepta el problema de la misma manera que aceptarías un regalo. No es tan difícil como suena, especialmente cuando te recuerdes que el problema nunca es el enemigo que pensamos que es, sino una guía inconscientemente atraída para regresarnos a nuestro camino.
Cuando permitimos que las dificultades entren en nuestras vidas para cumplir su objetivo; cuando nos relajamos, soltando el miedo y reconociendo que la experiencia completa, sin importar cuan deprimente y desalentadora sea, es una bendición con disfraz; cuando confrontamos nuestro sufrimiento con aceptación y lo consideramos como algo bueno, entonces algo impresionante comienza a suceder. La ilusión del sufrimiento se disuelve y en su lugar nos deja un regalo precioso: El regalo de una vida libre de problemas y llena de prosperidad.
La Acción del Día:
Lee nuevamente tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de Agradecimientos.
Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.
Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
El Pensamiento del Día:
"¿Cuántas veces nos perdemos de bendiciones porque no están empacadas como las esperamos?" --Autor Desconocido--
La Afirmación del Día:
"La vida siempre trabaja a mi favor."
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